Estoy seguro de que todos estamos atónitos y horrorizados por los incendios forestales del sur de California que afectan ya a cientos de miles de sus habitantes. La velocidad y la ferocidad del fuego sólo demuestran lo frágiles que somos como seres humanos individuales y como humanidad en general. Muchos californianos pueden estar dudando de su fe en estos momentos; muchos se plantearán preguntas: ¿Dónde está Dios? ¿Por qué permite Dios catástrofes tan terribles? Ciertamente, muchos de nosotros nos haríamos las mismas preguntas. Si Dios está detrás o no, no lo sabemos. Sin embargo, sí sabemos que vivimos en un mundo creado que tiene su propio ritmo y ciclos que se dan en la naturaleza. Las cosas suceden con y sin interrupción humana. Algunas cosas las podemos controlar (muy poco, de hecho), y muchas otras no. Lo que sí podemos reconocer es que las catástrofes naturales son una forma de llamada a la conversión y a una mayor confianza en Dios. También es una llamada a la acción para hacer la tierra más acogedora, de modo que las personas puedan prosperar en ella.
A pesar de todos los incesantes esfuerzos de los bomberos, los incendios forestales siguen afectando a un gran número de habitantes de Los Ángeles y sus suburbios. Aunque la situación parece estar fuera del control humano, puedo asegurarles que Dios no ha abandonado a su pueblo y Dios proveerá mientras la gente clame por ayuda. Siempre ha sido así. Si lees la Biblia sabrás que a menudo ocurrían cosas terribles, pero Dios siempre estaba ahí para ayudar a su pueblo.
Por nuestra parte, lo que todos podemos y debemos hacer ahora mismo es rezar más y apoyar a quienes lo han perdido todo de la forma que podamos. La oración es lo primero, porque Dios puede hacer maravillas y cuando estamos unidos en la oración, Dios escucha. La próxima vez, cuando reces la oración del Padre Nuestro, piensa más seriamente en lo que estás diciendo, especialmente cuando pronuncies las palabras “y líbranos del mal”. En la oración del Padre Nuestro pedimos a Dios que nos libre tanto de los males espirituales como de los materiales. Si tan sólo dijéramos esta oración con un grano de auténtica fe en nuestro corazón, Dios escucharía nuestras plegarias y nos libraría del mal. Luego está la acción, pues es nuestro deber cristiano ayudarnos unos a otros. Recordemos que debemos hacerlo no sólo por los habitantes de California, sino también por los que están cerca de nosotros y por los que viven en otras zonas del país y del mundo cuyas vidas han cambiado debido a recientes catástrofes naturales, guerras o violencia. Que Dios los proteja a todos.
Bendiciones de paz para vosotros. P. Janusz Mocarski, párroco